Indiscutiblemente que toda la responsabilidad encarnada en el concepto de seguridad ciudadana le corresponde al estado, en el caso de Guatemala con inicial minúscula aludiendo a la minúscula dimensión en que el Gobierno la está cumpliendo, a pesar de que como ya fue apuntado, la actividad delincuencial raya en la barbarie. Frente a esta tragedia cotidiana, las más altas autoridades de Gobierno, empeñadas en la tarea política de proyectar un artificial clima de sosiego y de privilegiar los intereses de grupos e individuos que respaldaron y financiaron la campaña electoral que los llevo al poder, asumen la infantil postura de desviar (insultando la inteligencia de todos) nuestra atención hacía cuestiones de importancia relativa, los distractores abarrotan la plana informativa de los Medios de Comunicación (mas que todo escritos) buscando minimizar en la opinión pública nacional e internacional, el impacto social del problema maras, aun a sabiendas que todo mundo esta conciente de la trágica gravedad de la situación, como es de esperarse, este Gobierno como los anteriores, pretende tapar el sol con un dedo y ocultar que la responsabilidad de gobernar al país les quedo demasiado grande, no solo por falta de voluntad política, sino por la ausencia de un proyecto de Nación, a partir del cual, pueda gobernar de manera coherente o por lo menos honrando sus promesas de campaña.

El nefasto panorama de inseguridad generado por la incontenible embestida de la delincuencia común y de las maras, hoy mas que nunca pone de manifiesto la incapacidad de la PNC para ejercer algún control y proteger al ciudadano, las causas de tal condición son diversas y dolorosas y se enlistan tanto de forma como de fondo: La falta de recursos económicos de la institución, un entrenamiento deficiente, una mediocre selección del elemento humano, una débil estructura de mando, obsoletas técnicas de prevención del delito, falta de manejo de estrategias globales de contención y control del delincuente, escasa formación de conciencia ciudadana de los elementos y como factor crítico, la ausencia total de convicción en la fe del deber, denominador casi común a los elementos de la PNC crea un vació que los arrastra velozmente a corromperse aun en el período de entrenamiento.

La suma de las carencias enlistadas aplicada al ejercicio de calle, asimila a los elementos a una realidad que subyace bajo el escenario de lo convencional y que enfrenta a estos individuos con escasa o ninguna instruccion a la compleja telaraña de situaciones y riesgos que supone estar de uno u otro lado de la ley, muy temprano se convierten en victimas y cómplices y en muchisimos casos en actores del delito, de agentes policiacos pasan a ser vulgares criminales bajo la sombra de la autoridad y, como si esta tragedia fuese poco, para colmo de males y como sordida ironia delinquen cobrando un salario que pagamos nosotros los guatemaltecos.